En esta entrega compuesta por 41 poemas, Reyes Bernal realiza un canto singular a una tierra y a su vez a su interior con nombre propio. Como si de un sueño estando rota o yendo a ese pueblo llamado Rota, apela a un sinuoso trayecto hacia una exploración de sensaciones ante el encuentro de alguien y experiencias vividas aquí o allí.