Decía Adolfo de Castro en la introducción a sus sobras dedicada a glosar los nombres antiguos de las calles y plazas de Cadiz, que 'dos son las historia que pueden escribirse de las ciudades, una la de su vida política, militar, mercantil y literaria. otra la de su vida doméstica', entendiendo por historia de la vida doméstica de una ciudad la de sus costumbres y tradiciones, y entre éstas, la de la evolución del nomenclátor de su callejero, ya que, puesto que al fin y al cabo nuestras calles son y constituyen el 'hábitat' de nuestro devenir diario, tal vez al hablar de ellas estemos aportando algo a la historia de nuestro pueblo.