Esta es una parte esencial de mi herencia. La que he recibido y la que siento que debo dejar a quien quiera seguir las enseñanzas de la Vieja Religión. Algún día, alguien entrará en el desván que ha sido mi mundo durante muchos años y hará suyo ese lugar. Encenderá las velas. Recuperará, de los rincones donde yo los haya dejado, mis instrumentos de trabajo, mi caldero, mi espada, mi cáliz... Encontrará este libro. Se acomodará en el suelo, estoy segura, sin saber que ese era mi sitio. Abrirá el libro despacio, con una mezcla de inquietud y de ilusión. Entonces, el aire se llenará de hadas y mariposas de todos los colores, envueltas en el aroma de la albahaca, la violeta o el jazmín. La luna asomará su sonrisa nueva entre los azulados perfiles de la noche. Y volverá la magia...