Lorenzo no puede dormir. No le gusta la oscuridad que hay debajo de la cama. Piensa que podría haber un monstruo escondido… Y efectivamente, ¡así es! Hay un monstruo diminuto con un gran apetito. El monstruo empieza a mordisquear una pantufla y un coche de juguete, pero nada lo sacia. Hasta que prueba la oscuridad que hay dentro de una caja, ¡deliciosa! El monstruo sorbe toda la oscuridad que encuentra, hasta que ya no queda oscuridad en la Tierra. Solo luz. Una luz cegadora e implacable. El pequeño monstruo anhela llenar un vacío en su interior, hasta que descubre que lo único que le hace sentirse mejor es estar en brazos de un niño. Las ilustraciones de Jimmy Liao completan este cuento sobre el miedo a la oscuridad y a estar solo.