Escrita a continuación de", Lento regreso ", , novela con la cual sostiene un soterrado vínculo,", La doctrina del Sainte-Victoire ",(1980) marca un punto de inflexión en la obra de Peter Handke (1942), que adopta en ella el narrador en primera persona y encuentra una fecunda veta en la geografía y en el discurso digresivo. Dominada, como la Provenza (escenario en que se sitúa), por la montaña Sainte-Victoire, objeto de numerosas representaciones por parte del pintor Paul Cézanne, así como por la relación que el narrador establece con ella, la obra tiene como ejes el paisaje, el tiempo, la representación artística y la reflexión acerca de la labor creadora y del desarrollo de la existencia.