La primera vez que David McFarlan oyó hablar de Finisterre, Cynthia le explicó que cuando la tierra era plana, el mundo se acababa allí. Las almas iban al mar en busca de la vida eterna a bordo de barcos que se despeñaban en el abismo de la nada.
Cynthia…
La mujer que había iluminado la mejor época de su vida murió por su culpa. Él la mató. Su brillo se perdió entre las sombras.
Ya habían pasado más de tres años desde que abandonó Estados Unidos para esconderse de sus demonios en la aldea asomada al confín del mundo, pero sabía que las cosas no cambian, antes o después regresan a su destino.