Joseba, repostero y panadero, es tal vez el más disfrutón de los hermanos Arguiñano. Heredero de una sólida vocación gastronómica familiar, su destino estaba casi predeterminado desde la cuna. Siendo muy joven, sus inquietudes le llevaron a no conformarse con lo que había en casa y se fue a recorrer mundo. Cuando se viaja, la mente se abre, absorbe y se aprende mucho. Y todo lo aprendido, tanto lo de casa como lo de fuera, lo plasma en su cocina.