¡Me encanta mi casa! ¡Conozco cada rincón, cada mueble, cada detalle! Vivo en ella hace tantos años que ya es como si formase parte de mí! ¡Imaginaos cómo me sentí cuando el abuelo Torcuato me dijo que tenía que venderla! El Eco del Roedor estaba atravesando difi cultades y había que contar con algo de dinero en efectivo? Y así, desesperado y sin blanca, tuve que ponerme a buscar una nueva casa?