Enero de 1497. La corte papal de Alejandro VI recibe una serie de cartas anónimas en las que se denuncia a Leonardo Da Vinci por herejía en su Última cena. Fray Agustín Leyre, inquisidor dominico experto en la interpretación de mensajes cifrados, es enviado sin demora a Milán para supervisar los trazos finales que el maestro está dando a la obra y tratar de descifrar la clave que se esconde en la última de las cartas recibidas.