Al leer «La miseria en Cabilia», el reportaje que Camus publicó en 1939, el autor descubre las paupérrimas condiciones en que se crio su padre. Le Clerc traza en estas páginas el periplo vital de este hombre valiente y analfabeto, que emigró de Argelia en 1962 para trabajar en Francia y que, durante toda una vida de sacrificio y desarraigo, se mostró cada vez más ausente y taciturno. Este testimonio cautivador no es solo un grito que denuncia la injusticia y la pobreza estructurales, sino también una serena reflexión sobre las nociones de identidad e integración. «Te aferrabas tanto a tu carnet de trabajador porque eras un hombre sin título. Los únicos títulos de propiedad o de ciudadanía que conociste, tú, que naciste desposeído, fueron los títulos de transporte y de residencia. Aparecías en la interminable lista de hombres desechables a los que explotar en el trabajo o ―como les ocurrió a muchos otros que te precedieron― a los que amontonar en las trincheras.»