Las mujeres desafiaron la condición de inferiores, incapaces o dependientes a que las destinaba su esencia femenina. Eligieron la literatura, la ciencia y la filosofía para expresarse. Incluso, en los períodos de censura pública, teorizaron en diarios íntimos o epístolas. Muchas veces se les prohibió el uso de la palabra y de la pluma, o simplemente fueron asesinadas por proseguir sus investigaciones. Durante largos períodos, no les fue permitido firmar con nombre propio sus textos figurando su obra como de autor anónimo. Superada la etapa del anonimato forzado, la mayoría firmaba con su inicial y su apellido paterno o marital, o un pseudónimo masculino, desdibujándose así su autoría. Por esto, la mayoría de las filósofas tuvo que esperar hasta el siglo XX para que sus obras fueran rescatadas del olvido. Ellas lo pensaron antes. Filósofas excluidas de la memoria reúne una selección de veintidós filósofas que desde la Antigüedad hasta nuestros días han contribuido y contribuyen a la construcción del pensamiento y el desarrollo de la sociedad.