Ante el avistamiento y posterior llegada de los primeros barcos europeos, así como el desembarco de los colonos en las costas del norte de las islas de Nueva Zelanda, unos jefes de las tribus maoríes deciden ocultar sus objetos más preciados, para evitar que caigan en manos extranjeras, memorizando el lugar mediante una serie de frases enigmáticas.
Esperan confiados que con el paso del tiempo, algÚn maorí, elegido por los dioses, descifre las claves, recupere los enseres guardados y logre expulsar a los intrusos de sus islas.
Encarnizadas luchas entre las propias tribus maoríes y con los colonizadores británicos, diezmaron la población aborigen y sus jefes se fueron pasando a las puertas de la muerte, de unos a otros, esas incomprensibles palabras sobre la ubicación de sus tesoros, como empezaron a llamarlos.
Ya, en la época actual, un desgraciado accidente sufrido por el Último poseedor de esas palabras, guardadas en un escrito dentro de una caja de madera, hace resurgir el interés por conseguir, tanto el añorado objeto como las claves para localizar los tesoros escondidos, hecho este, que había generado una extraordinaria leyenda entre el pueblo maorí.
La casualidad, quiso que la caja cayera en manos de unos turistas, que descubren en su interior una extraña tela con unas incoherentes frases escritas en un idioma para ellos desconocido, empeñándose en la ardua e intrincada tarea de dar con el escondrijo, sin saber muy bien lo que podrían encontrar y los peligros por los que tendrían que pasar.