Un testimonio gráfico de los días de alarma, escritos y dibujados por Víctor Coyote, quien retrata situaciones cotidianas con humor,inteligencia y melancolía. El primer día del estado de alarma decretado por el Gobierno para lucharcontra el coronavirus era domingo. En la panadería de mi barrio, uncartel rotulado a mano: «Dentro de la tienda, 1 persona.» «Es por elbien de todos. Gracias.» La pequeña tienda se había adaptado inmediatamente a la nueva situación. Yo también reaccioné rápido -creo que no fui el único- e intuí quehabría dibujos e historias de interés en medio de aquella situación desemicatástrofe. Al día siguiente empecé a publicar en Instagram undiario en formato de tiras. Recuerdo que comenté el proyecto porteléfono con una amiga y me dijo: «¿Tendrás suficientes lápices?» Poco antes, el 6 de marzo, viernes, presentamos mi disco «Lascomarcales» en Madrid. El martes siguiente suspendimos los conciertos del jueves y el viernes en Barcelona y Zaragoza, respectivamente. Durante setenta y dos días fui desarrollando las historias deDías de Alarmausando mi estilo de siempre: ni demasiado bruto, nidemasiado irónico, ni demasiado entrañable, pero bien cargado demomentos bestias, sarcásticos y lacrimógenos. En ese tiempo en que lagente experimentó unos cuantos altibajos emocionales, hubo coincidencias y choques entre su ánimo y mis dibujos. «Que el pánico no te estropee ningún chiste y que el cachondeo no anuleuna dosis racional de miedo», escribí en una de las viñetas. De eso se trata.Víctor Coyote