La vida cotidiana del lobo feroz es todo un tormento: el agua con la que se asea por la mañana está helada, el humo de la hoguera con la que trata de secarse le da en toda la cara, cuando sale a cazar en el bosque, unos niños le tiran castañas que pinchan... Su cuerpo está magullado, pero aún le quedan fuerzas para devorar a cualquiera que se le ponga por delante. ¿Quieres darle un besito para consolarle? Pero con cuidado...