Ernesto se ha perdido en la selva y ninguno de sus habitantes parece querer ayudarle a volver con su manada de elefantes. Ni el más fuerte, ni el más fiero, ni el más veloz de los animales hace el más mínimo ademán de escucharle y le tratan con desdén. Pero la más pequeña de las criaturas le sorprende dándole la comprensión y la colaboración que necesita.