Hace trece años que Adriana Braggi no sale de casa. Desde que murió su marido, vive recluida en el duelo más severo. En realidad, antes de casarse tampoco había salido del pueblo siciliano que la había visto nacer. Sin embargo, la aparición de unos leves indicios de enfermedad hará que su cuñado le obligue ir a la capital para visitar al médico y, por lo tanto, a emprender un viaje que le descubrirá toda la vida y toda la ternura que se ha perdido hasta ahora.