En vida, Juan Carlos Aragón entregó su alma entera al Carnaval de Cádiz, al de las coplas y también al de la literatura. Ningún autor carnavalesco puede presumir de una producción bibliográfica tan inmensa: dos poemarios, una novela y tres ensayos. Quien haya tenido la suerte de leer sus obras habrá observado que su calidad como escritor es extraordinaria. Poseía una capacidad mágica para ello, ya que su inteligencia funcionaba a una velocidad arrolladora, mucho más que la del teclado de cualquier ordenador. Tenía además el don de plasmar cualquier idea con ingenio y brillantez. Un ejemplo es este libro, El Carnaval sin mí, que cierra la trilogía iniciada en 2009 con El Carnaval sin apellidos y continuada en 2012 con El Carnaval sin nombre. El ensayo es un género muy difícil, con el que pocos escritores se atreven. Sin embargo, Juan Carlos Aragón, debido a su capacidad analítica, crítica y dialéctica, se movía en él como pez en el agua, lo que nos ha permitido disfrutar en estos tres volúmenes del mejor estudio ensayístico del Carnaval gaditano que se ha escrito nunca.
El Carnaval sin mí se nos presenta como una obra casi testamentaria, de cierre de etapa vital. Y no solo porque culmina una trilogía, sino también porque Juan Carlos redactó el tercio final del libro pensando en que podría ser lo último que hiciera en Carnaval —y no se equivocó—. Quizás por este motivo en sus hojas se desatan magistralmente su pluma hábil y su espíritu crítico, pues llevan su sello inconfundible. Cualquiera que lea este ensayo ignorando el nombre del autor, pero conociendo con anterioridad su obra y sus recursos literarios, sabrá que lo ha redactado él. Juan Carlos usaba un estilo muy original y definido, incisivo e inteligente, utilizaba algunos términos o conceptos parecidos en sus libros, conjugaba con soltura el lenguaje popular y el culto, sabía encontrar matices variados al vocabulario y manejaba la lírica, la ironía y el doble sentido con una capacidad asombrosa, propia de un gran autor y escritor.
En El Carnaval sin mí se realiza una crítica del Carnaval gaditano poniendo los puntos sobre las íes y dejando pocos títeres con cabeza. En un tono escéptico y con frecuencia pesimista, pero siempre vital y reflexivo, Juan Carlos aborda el Concurso, el jurado, la dejadez municipal, los medios de comunicación, las redes sociales, el Carnaval de la calle, la mediocridad de los repertorios, el papel de los autores y de los grupos, la actitud del publico dividido entre la chusma selecta (ilustrada) y la chusma profunda (iletrada), el chovinismo gaditano, las vanidades, el Museo del Carnaval y un largo etcétera de temáticas.
A pesar de que Juan Carlos escribió este libro hace más de un lustro, su mensaje está vigente como el primer día, ya que su pluma se muestra imperecedera y su pensamiento también. De hecho, para los que defienden que las letras de Juan Carlos son inmortales, en El Carnaval sin mí encontrarán muchos motivos, dulces y amargos, para darse cuenta de que están en lo cierto. Al leer sus páginas, verán que Juan Carlos aparece tan vivo como siempre entre sus palabras divinas y humanas