Amaya tiene doce años, un perro llamado Trece que siempre la acompaña y un objetivo muy claro: reunir un equipo, ganar un partido y así entrar por fin en la liga interescolar de baloncesto. La parte más peliaguda del trato que ha hecho con su colegio es que solo tiene trece días para conseguirlo. Se lo ha contado a Nando y a Silvia, sus dos mejores amigos, y los tres piensan lo mismo: esa es una misión para la banda de los Trugos, pero todo se complica cuando entra en juego un nuevo enigma.