Después de una intensa sesión de sexo y drogas, el inspector Iván de Pablos recibe una llamada. El dueño de la sauna gay de Sevilla que suele frecuentar ha encontrado muerto a un joven en una de las cabinas. El chico, desnudo y con aspecto de estar dormido, ha recibido varios pinchazos, fruto tal vez de una práctica sexual, y le han amputado un dedo del pie. El forense, el doctor Carlos Sepúlveda, casualmente pareja de su exmujer, dictamina que ha sido un infarto. Iván confía en su palabra, pero su instinto no termina de ver claro el caso. Por ello no cesará en investigar todos los hechos alrededor de esta muerte.