EL MANIFIESTO FEMINISTA QUE UN HOMBRE QUISO CENSURAR EN FRANCIA (Y NO PUDO).
Las mujeres, especialmente las feministas, han sido acusadas durante mucho tiempo de odiar a los hombres. El instinto, claro, les pide negarlo a toda costa. al fin y al cabo, muchas mujeres fueron condenadas a la hoguera por menos.
Pero ¿y si desconfiar de los hombres, que no nos gusten —y sí, tal vez incluso odiarlos—, es, en realidad, una buena respuesta frente al machismo? ¿Y si esta respuesta ofrece una salida a la opresión y se convierte en una forma de resistencia? ¿Y si incluso allana el camino hacia el bienestar, la solidaridad y la sororidad?
En este ensayo tan iconoclasta y provocador como urgente y riguroso, Pauline Harmange cuestiona las actitudes contemporáneas hacia el feminismo y se impone como portavoz de un grito de guerra para que las mujeres encuentren un amor más valioso entre ellas y para ellas.