Desde muy joven, Joseph Conrad se sintió atraído por el continente africano y por las aventuras que, supuestamente, aguardaban a aquellos que tuvieran el valor de adentrarse en la espesura de la jungla. El contacto con la realidad del Congo, sin embargo, en aquel tiempo una colonia personal del rey Leopoldo II de Bélgica, cambió radicalmente su visión de las cosas. El sistema esclavista y el estado de terror, barbarie y genocidio instaurado por los representantes del rey para asegurar el control de millones de africanos por parte de unos pocos europeos le supusieron no solo una decepción con respecto a sus ilusiones infantiles, sino un serio revés para su salud física y psíquica. Esta experiencia africana marcó fuertemente la composición de El corazón de las tinieblas, novela compleja cuyo estilo narrativo innovador y temática claramente ambigua la han convertido en la piedra de toque de algunas de las teorías literarias más destacadas de la segunda mitad del siglo XX.