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Y el tiempo se detuvo

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¿Otro libro más de la Guerra Civil? Pues sí, otro. Y, una vez más, necesario, porque su protagonista, Natalio Cayuela, fue fusilado, hecho desaparecer en 1936 y condenado al olvido las décadas posteriores. ¿Otro libro más de fútbol? También, porque sin Cayuela es imposible entender el devenir del deporte navarro. No en vano, fue presidente de Osasuna en sus inicios durante casi 10 años. Futbolista y futbolero, con él el club rojillo tocó el cielo y ascendió a primera división. Ahora, gracias a este trabajo coral, sabemos, además, que la aportación de Cayuela a la sociedad navarra fue mucho más allá del deporte rey. Heredero de una estirpe de larga trayectoria liberal, abogado, secretario de la Audiencia Territorial, bienhechor, culto y melómano, fue dirigente de Acción Republicana primero y de Izquierda Republicana después y tanto él como sus compañeros y compañeras fueron pioneros en diversas cuestiones. En el campo de San Juan, guiándose por las aún difusas normas de un deporte que se encontraba despegando y, en el juzgado, por las progresistas leyes republicanas. Sin embargo, aquel verano de 1936, quienes no entendían ni de unas ni de otras, trajeron la injusticia en forma de tragedia, muerte, olvido, persecución o exilio. Como a sus hermanos Santiago, asesinado junto a él, y Enrique, que tuvo que esconderse en el reloj de la vieja estación de autobuses de Iruñea y, tras luchar por defender la República, exiliarse a Chile. Y el tiempo se detuvo. Hasta hoy. Hasta este libro. Seguramente muchos osasunistas del presente, seguidores fervorosos de su club, ignoren la historia de Natalio Cayuela, que tanta importancia tuvo en la construcción de lo que hoy representa para muchos aficionados la existencia, en Primera División, del Club Atlético Osasuna&quot. -José Antonio Martín Pallín, fiscal y magistrado del Tribunal Supremo Estoy seguro que, si yo hubiera vivido en su época, hubiera tenido una entrañable relación con él, no solo por nuestra segura comunión ideológica y deportiva, sino también porque ejercía como funcionario de la Administración de Justicia y habríamos compartido una idea de la Justicia cercana a los ciudadanos, empeñada en resolver los conflictos en favor de los desfavorecidos -José Antonio Martín Pallín, fiscal y magistrado del Tribunal Supremo