Con ojos solo para su móvil, la niña no hace caso de los helados, ni de los perros que encuentra por la calle, ni de los amigos. Ni siquiera ve las jirafas, los delfines, los piratas, los platillos volantes ni las montañas rusas por donde pasa. Hasta que un día se rompe el móvil, levanta la cabeza y... ¡descubre el mundo que la ha estado esperando!